¿Y saben qué? Cuando un padre no paga, no es un simple problema: es violencia económica.
Es abandono. Y ese abandono deja marcas profundas en la vida de un hijo o hija.
En Chile aún persisten ideas machistas y anacrónicas que hacen creer que exigir la pensión de alimentos es “aprovecharse” o “quitarle” plata al padre. Pero no: la pensión no es un regalo, no es “una ayuda”, no es “para la mamá”, ni mucho menos “para comprarse cosas”.
La pensión de alimentos es un derecho de niños, niñas y adolescentes, y es al mismo tiempo un deber legal, moral y ético de quien los engendró.
Durante décadas nos han querido acostumbrar a justificarlo todo: por qué pedimos, en qué lo gastamos, para qué lo usamos. Como si criar, educar y alimentar no costara nada. Como si el tiempo, la energía y la salud emocional de una madre no tuvieran valor.
Por eso te lo digo claro, mamá: no tienes que dar explicaciones de cada peso. Los gastos de un hijo o hija son evidentes, y con los años solo crecen.
Cada vez que una mujer exige la pensión de alimentos, rompe un ciclo de impunidad y envía un mensaje firme: criar no es gratis y el abandono no es una opción.
Así que, la próxima vez que alguien te pregunte:
—“¿Y por qué lo demandas?”
Respóndeles con convicción:
—“Porque mis hijos no comen excusas ni se visten con promesas”.
¡No tienes que dar explicaciones!
Por la pensión de alimentos.
✍️ Valeria Pavez Márquez
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