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En un tenso intercambio, la candidata comunista y el abanderado libertario expusieron dos visiones opuestas sobre cómo enfrentar el crimen y el rol del Estado. El cruce evidenció que la seguridad ya no es solo un tema de orden público, sino la línea divisoria que estructura la campaña presidencial.
El debate presidencial de este lunes tuvo su punto más álgido cuando la candidata del Partido Comunista, Jeannette Jara, y el abanderado del Partido Nacional Libertario, Johannes Kaiser, se enfrentaron en torno al historial del PC en materia de seguridad pública. Más allá del intercambio verbal, el momento expuso las estrategias de ambos bloques frente al tema que domina la agenda electoral: la seguridad y el control del orden público.
Kaiser, fiel a su estilo confrontacional, intentó consolidar la narrativa de una izquierda “blanda” frente al delito, acusando que el Partido Comunista habría votado “sistemáticamente en contra” de proyectos de seguridad impulsados durante el propio gobierno de Gabriel Boric. La movida apuntó a reforzar la idea de que la derecha —en sus diversas versiones— posee el monopolio de la “mano dura”, mientras que el oficialismo representaría vacilación o permisividad.
Jara respondió con firmeza, desmintiendo la afirmación y reivindicando el compromiso del oficialismo con políticas de seguridad “reales y no de fantasía”. En un gesto calculado, trasladó la discusión desde las votaciones parlamentarias hacia el terreno ético y social, al señalar que “la verdadera mano dura” debe dirigirse contra las redes financieras del narcotráfico y el crimen organizado, no contra los delitos menores. Con ello, buscó reencuadrar la agenda de seguridad desde una perspectiva de justicia social, desplazando la retórica punitiva de sus adversarios.
El intercambio, aunque breve, dejó ver las dos rutas narrativas que dominarán el cierre de campaña. Kaiser, apostando por la polarización y el discurso del miedo, intenta capitalizar el malestar ciudadano ante la delincuencia. Jara, en cambio, ensaya una síntesis entre orden y derechos, intentando retener el apoyo del progresismo sin alejarse del electorado popular más sensible al tema de la seguridad.
En esa tensión, la candidata comunista parece haber dado una señal clave: su proyecto no renuncia a la autoridad del Estado, pero la concibe desde la eficacia institucional y no desde la violencia simbólica. El desafío para ambos será mantener coherencia entre discurso y programa, en un país donde la seguridad ya no es solo una preocupación, sino el eje que ordena el tablero político.
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Quintanormalino, Co-fundador de “El Carrascal”.


