“Es ahora o nunca”: dirigentas pobladoras hablan de los sueños y miedos que mantienen vivo el 18/O

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Gianninna, Carmen y Marianela representan a 1.200 familias sin vivienda en todo Chile. Usted no las conoce porque han sido ignoradas por la política, los especialistas y los medios. Sin embargo, el 18/O se trata de sus vidas y de las miles de vidas ignoradas que ellas representan. “Somos la primera línea de fuego”, dicen: la línea de mujeres que lidia en silencio con esa normalidad abusiva que reventó el 18/O y a la que no quieren volver. “Somos la clase trabajadora más vulnerable, la que gana 300 mil pesos. En nosotros repercute todo lo que ocurre en la salud, en educación, en vivienda”. Aseguran que no van a parar hasta que la vida de sus socios de verdad cambie.

Gianninna Jara, Carmen Saavedra y Marianela Aranda crearon la Coordinadora Metropolitana de Pobladores por el Cambio a la Constitución en 2014. Hoy suman 1.200 familias socias, la mayoría de las cuales viven como allegadas en comunas como Cerrillos, Maipú, Lo Prado, Estación Central, Quinta Normal, San Joaquín, Conchalí y Puente Alto, en la Región Metropolitana. La Coordinadora también trabaja en Alto Hospicio y en Viña del Mar, con los campamentos más grandes del país.

Además de gestionar el acceso a viviendas, organizan clases para dar a sus socios herramientas que les permitan entender lo que significa que el Estado chileno sea subsidiario o por qué el Tribunal Constitucional tiene capacidad de veto. Lo que las mueve no es solo asegurar acceso a la vivienda, sino transformar las relaciones de poder en Chile. Por eso, su organización promueve el cambio a la Constitución: “Incluimos esa demanda porque el Estado no es garante ni de la salud, ni de la educación, ni del transporte. No tenemos nada”, dice Marianela. “Siempre supimos que para cambiar lo que pasa con las viviendas, teníamos que hacer un cambio en la Constitución”, agrega Carmen.

En estas últimas intensas seis semanas, investigadores como Juan Pablo Luna, Fernando Rosenblatt, Juan Pablo Rodríguez y Nicolás Rojas Pedemonte han sugerido en CIPER que la posibilidad de entender el 18/O y avanzar hacia la paz, pasa por dialogar con las organizaciones sociales que desde hace una década vienen articulándose; organizaciones que han ganado en la calle innumerables veces, pero que luego, cuando se desmovilizan, pierden ante el Tribunal Constitucional u otras instancias; organizaciones que han acumulado una gran frustración y han aprendido a levantares e insistir.

Gianninna Jara, Carmen Saavedra y Marianela Aranda, tienen ese aprendizaje en el cuerpo. Saben que hoy es diferente porque la gente no se ha ido para la casa. A diferencia de todas las otras grandes movilizaciones, después del 18/O la gente se quedó esperando algo más. Aseguran que sus asociadas tienen la convicción de que hay que seguir: “Esto nos va a costar, pero es ahora o nunca”, dice Carmen.

“Esto (muestra el celular) lo hemos criticado tanto, porque la gente va en las micros solo mirando el celular. Pero esto (el celular) es de donde sale todo. Aquí la gente se informa. Aquí se junta. Aquí se organiza”, Carmen.

La coordinadora que dirigen forma parte de Unidad Social, un actor que se ha ido consolidando como articulador de las demandas más importantes del 18/O. Lo integran 155 organizaciones, entre ellas la CUT, la Confech, el movimiento No + AFP, organizaciones sindicales, federaciones de estudiantes, comités de allegados y movimientos feministas. A fines de la semana pasada, por primera vez el gobierno se abrió a dialogar con Unidad Social y los invitó formalmente a La Moneda. El presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, dijo a través de twitter que la invitación “llega bastante tarde”, pero que asistirían: no para negociar ni conversar, sino para exponer su petitorio que incluye: Asamblea Constituyente, juicio a los culpables de violaciones a los Derechos Humanos, sueldo mínimo de $500 mil para trabajadores públicos y privados, reconocimiento pleno de la libertad sindical, pensión mínima equivalente al salario mínimo de $500 mil y reducción de la jornada de trabajo.

Gianninna, Carmen y Marianela están expectantes. No quieren que la oportunidad por la que ellas y sus asociadas han peleado tanto, se pierda otra vez. No quieren volver a la violenta normalidad previa al estallido del 18/O. En esa violenta normalidad, ellas y sus asociadas eran la primera línea de sus familias: las que hacían frente a la enorme desigualdad, a la falta de oportunidades, a las políticas públicas mal enfocadas, segregadoras, abusivas. Esa violencia nadie parecía tomarla en cuenta hasta el 18/O; y sus esfuerzos y sufrimientos era invisibilizados.

Durante esta entrevista con CIPER, la primera que dan desde el estallido de octubre, lloran y ríen con ganas. Dos de ellas recuerdan los duros años ’80 y la desilusión que significó la vuelta de la democracia, porque quienes iban a representarlas se acomodaron. Si se las oye con atención, se puede observar la brecha de experiencias que hizo visible por primera vez el estallido de octubre. De estas experiencias de vida saca su fuerza el 18/O.

En el día a día estas mujeres marchan, cocinan, fuman, entregan casas, le hacen cariño a sus hijos, van y vuelven de sus trabajos, negocian con las constructoras, toman jugos de fruta comprados en Moneda con San Antonio para sofoca el calor seco de Santiago. Conocen al revés y al derecho los problemas prácticos de la política habitacional: las formas en que las constructoras acceden a los mejores paños gracias a sus contactos con los municipios y los vacíos legales que tienen a algunos de sus socios hace más de diez años esperando por una casa. De hecho, cuando se trata de incorporar el complejo concepto de dignidad a la política de vivienda, muestran mucha más claridad que quienes gobiernan o han estudiado el tema alejados del mundo real.

“Se construyen guetos de pobreza y nosotros queremos romper con eso. Porque ahí segmentas a la población”, Gianninna.

Carmen: Nosotros no queremos que se construyan viviendas de allegados. Nosotros queremos proyectos integrados, en lugares donde se pueda vivir mejor y eso obligue a que haya una mixtura entre una clase profesional y los que son hijos de obreros. Tenemos claro lo que hoy pasa en Bajos de Mena, en Puente Alto; en El Castillo, en La Pintana; en Quilicura, con ese tipo de viviendas donde se segrega a la clase trabajadora a vivir en espacios donde no hay educación, no hay locomoción, no hay áreas verdes, no hay nada.

Gianninna: Se hacen guetos de pobreza en esos sectores y nosotros queremos romper con eso. Porque ahí segmentas a la población.

¿Por qué su análisis es más completo que el del experto, o de buena parte de la elite gobernante? Porque igual que un muchacho de Maipú entrevistado por Mega, llevan décadas viviendo y pagando a diario los costos de la desigualdad, o lo que significa nacer en contextos de pobreza en Chile. Tienen que subir al metro apretadas y viajar mínimo una hora y media a sus trabajos. También les ha tocado vivir experiencias brutalmente marcadoras, como cuando Carmen no pudo elegir abortar porque el doctor del hospital público sentenció que los hijos son decisión de Dios:

– Yo tenía 40 años y era un embarazo no deseado. Todo era súper complicado. Un día desperté, tuve una hemorragia y me llevaron al hospital. Y quedé hospitalizada. Se me rompió la bolsa y mi guagua estaba viva. Me tuvieron cuatro meses hospitalizada, con riesgo de morir. No podía levantarme, no podía ir al baño, no podía hacer nada, porque tenía que mantener esa guagua viva, y me iban a tener hasta los ocho meses en cama. Pero en mi casa yo tenía una hija con cáncer, un marido enfermo siquiátrico, a mi mamá con alzheimer, un niño de ocho años y otro en el liceo. Entonces hablé con el doctor y le dije: ‘para mi esto no es un embarazo, yo no puedo quedarme acá, yo sostengo a mi familia en todos los aspectos, ellos me necesitan. Yo quiero interrumpir este embarazo. No puedo seguir acá’. ¿Y sabes cuál fue la respuesta del médico?: ‘Es que eso lo decide Dios solamente’. O sea, yo me podría haber muerto, pero eso iba a ser decisión de Dios. Yo me estaba muriendo. Los infectólogos querían interrumpir, pero el director no lo permitió. Al final perdí a mi guagüita casi con seis meses. Y me la entregaron. Tuve que ir a sepultarla porque pesaba más de lo que correspondía para que se quedara en el hospital. Así de cruel es este sistema.

Hoy Gianninna, Carmen y Marianela son parte del grupo que marcha contra el Estado subsidiario y un modelo que consideran injusto, que las tiene endeudadas, que no les permite soñar ni proyectar la suerte de sus hijos pequeños. “Somos la clase trabajadora más vulnerable. Somos la primera línea de fuego. En nosotros repercute todo lo que ocurre en la salud, las listas de espera. Somos los que ganamos los 300 mil pesos. Tenemos niños universitarios y nos endeudamos para educarlos y ellos también se endeudaron, con una profesión que es mucho más cara que una casa”, resume Carmen.

Esta es la primera vez que las entrevistan, lo que habla también de lo perdida y ciega que ha estado la prensa.

ES AHORA O NUNCA

– Ustedes me decían que entre sus objetivos está el darles a sus socios y socias herramientas para que sean ciudadanos críticos, darles política social y cultural. ¿Se ha notado eso en estos días?

Gianninna: En estos días se ha notado que el trabajo de conciencia que hemos hecho ha sido verídico. Porque las socias se han organizado, han salido a las marchas, han hecho velatones. En los llamados masivos sale toda la gente. O sea la gente está en la contingencia, está en la discusión y en la pelea por hacer cambios.

Carmen: Imagínate que la semana pasada se hicieron alrededor de 12 cabildos, liderados por las dirigentas de los comités. Y nos mandaron las resoluciones. Y nosotras no estábamos ahí.

Marianela: Hemos logrado que la gente entienda que mientras ellos no sean parte de esto, esta cosa no va a cambiar.

“Yo no puedo entender que tengamos Techo para Chile, la Fundación Teletón, y sigamos llenando de fundaciones, y el Estado no se haga cargo de nada”, Marianela.

– ¿Ustedes creen que las cosas van a cambiar?

Carmen: Es ahora o nunca.

Marianela: Ahora es el momento preciso.

– ¿Sus socias están dispuestas a seguir? Porque esto también tiene costos económicos para las familias. Si se reducen mis horas de trabajo, gano menos; tampoco hay locomoción colectiva. ¿Cuánto puede extenderse este movimiento?

Carmen: Aquí ha habido una represión constante y la gente dice ‘hay que seguir’, ‘esto nos va a costar, pero hay que seguir, es ahora o nunca’.

Gianninna: Porque el gobierno está optando a que el movimiento se desgaste, que la gente se agote, aburrirnos por cansancio, para que sigamos todos tal cual está y que no haya un cambio real.

“Aquí logramos reducir la brecha de pobreza material, pero tenemos una pobreza disfrazada. Porque una vez que rompes el círculo de la pobreza el Estado no tiene nada para ti, nada”, Carmen.

– ¿Continuar movilizados no tiene mucho costo para las familias?

Gianninna: Claro que lo tiene.

Carmen: Pero todo tiene costo para nosotros.

Gianninna: Yo creo que en este momento optamos por el costo para hacer cambios reales y mejoras para nuestras familias.

– ¿Y esos cambios reales pasan por reformar la Constitución?

Gianninna: Totalmente, primero que nada porque en la Constitución antigua el Estado era garante y no subsidiario.

Carmen: No se puede mejorar esto, hay que cambiarlo. Si nosotros bajamos los brazos y nos vamos para la casa… Durante todo estos años todos los costos han sido nuestros, todos los costos. Se cayó la bolsa, ¿quién paga eso? Las AFP ¿Con la plata de los empresarios? No, es tu plata, la del pueblo.

– En los últimos años miles han marchado contra el CAE, las AFP, el patriarcado. ¿Por qué ahora va a pasar algo?

Carmen: Porque hay una diferencia sustancial. En las otras marchas, desde la revolución pingüina hasta la marcha del 8 de marzo, la gente se iba. Pero ahora la gente continuó y sigue en la calle. Ahora, sí hay una espiral de violencia que se ha ido agudizando y eso es porque no hay una respuesta real.

“El gobierno está optando a que el movimiento se desgaste, que la gente se agote, aburrirnos por cansancio, para que sigamos todos tal cual está”, Gianinna.

– ¿La mesa de Unidad Social, las representa a ustedes?

Carmen: Sí, es representativa. Nosotros respondemos a los llamados que ellos hacen.

– ¿Cuál es el objetivo de esa mesa?

Gianninna: Hacer un catastro de todas las demandas de la gente, representadas por las organizaciones. Y que esas demandas estén en la palestra. Es lo que está peleando la gente en la calle.

– Algunos empresarios han dicho que han entendido el mensaje y están dispuestos a cambiar.

Carmen: Claro, Luksic dijo que iba a subir los sueldos a su gente, pero ¿cuánta gente tiene contratada él en su empresa, como empresa? ¿Y cuánta está externalizada? Entonces está todo hecho a medida, pero para ellos. Va a ser muy difícil que puedan apagar este estallido social con migajas.

Marianela: Este año, discutieron, discutieron, se dieron mil quinientas vueltas para subir el sueldo mínimo $9 mil. Oye pero $9 mil. Y discutían, ‘nooo, es que va a caer la economía’, y los expertos, y la economía, y el ministro no sé cuánto.

– ¿Ustedes no confían en los expertos?

Marianela: Nooo.

Carmen: Los expertos ganan también por hacer lobby. Son expertos en asegurarles el bolsillo a los empresarios.

10 AÑOS PARA $1 MILLÓN

De acuerdo a la experiencia de estas dirigentas, para que una familia pueda acceder a una casa por subsidio en la Región Metropolitana, necesita tener en la libreta de ahorro para la vivienda alrededor de un millón de pesos. Para familias que en su mayoría registran ingresos por entre $300 y $500 mil, el monto es altísimo. En un contexto de elevado endeudamiento y vulnerabilidad, además, la libreta de la vivienda se ha vuelto el salvavidas al que acuden las familias cuando están en aprietos. Las dirigentas reclaman también contra la falta de transparencia del sistema, que crea esperanzas donde no las hay.

Marianela: Este sistema ha implementado una cuestión súper ruin. A nivel nacional el Serviu da como 3.000 subsidios al año. Para los más vulnerables, se les dice que pueden juntar alrededor de $300 mil y con eso pueden acceder a una casa. Pero eso es mentiroso. En la realidad, si tu no tienes más dinero dentro de tu libreta, nunca te vas a ganar el subsidio.

Carmen: Para realmente optar y tener alguna chance, tienes que tener $1 millón, o un poquito más, según el último llamado.

¿Cuánto demora una familia en juntar eso?

Carmen: Aquí hemos tenido gente que ha estado esperando 10 años. Familias por 10 años esperando, tratando de juntar ese millón y que le resuelvan el tema vivienda.

Gianninna: Lo que pasa es que la gente puede juntar el millón, pero está la contingencia… Ahora mismo, por lo que está pasando en el país, mucha gente se atemorizó y sacaron plata de sus viviendas para poder comprar la mercadería. Si tu cabro chico se enferma, jodiste con tu presupuesto familiar. Y ¿dónde atacas?, a la libreta de la vivienda.

Marianela: Eso es lo primero que tú atacas, no tienes un colchón para enfrentar emergencias de salud. No tienes cheque en garantía.

Carmen: Luego hay otro problema. Cuando te sacas el subsidio, el Estado te entrega un voucher, “el cartoncito”, como le decimos. El Estado te da alrededor de $8, $9 millones por la casa mas el millón que juntaste. Pero no hay dónde comprar una casa por ese precio. Las casas están a $60 millones.

Marianela: Cuando te ganas el subsidio, el Serviu te pasa una lista de constructoras donde puedes ir y postular. Pero no hay casas, no hay, no hay. Tienen gente esperando desde 2010. Otra gente a la que le dan el número 400, el número 1.000. Y resulta que las constructoras destinan 20% a las viviendas sociales para que sea negocio.

“Solamente por haber sido sobreviviente de una dictadura tuve la fuerza para continuar y terminar de educar tres hijos, comprar una casa y esas cosas”, Carmen.

– ¿Cuántas viviendas es el 20%?

Carmen: Pueden ser seis casas por paño. Entonces nunca absorbes la necesidad. Y, más encima, cuando yo recibo el subsidio, el Estado dice ‘dimos tantos subsidios para que la gente comprara casa’.

Marianela: Pero si encontraste la casa es problema tuyo. Porque el Estado ya cumplió contigo. Entonces, tu eres el responsable, si quieres lo aceptas o no.

Carmen: ¿Y qué haces con esos $9, $10 millones que te da el Estado? Si vas al banco, te dicen ‘pero a usted no le alcanza como para que el banco le preste lo que le falta’.

Marianela: Porque usted no tiene ni la antigüedad en el trabajo, ni la plata para pagar.

Gianninna: Y tienes Dicom, porque la mayoría estamos en Dicom.

Marianela: Entonces, la gente se queda con el subsidio en la mano y los devuelven. Se quedan sin pan ni pedazo.

– ¿Qué pasa entonces con esas personas?

Carmen: Nunca tienen casa. Por eso nosotros nos unimos. Y estamos con un proyecto de construcción barrial, proyectos colectivos en Melipilla. El proyecto de construcción barrial es colectivo, vamos todos juntos, no se puede caer ninguno.

– ¿La estrategia de postulación colectiva entonces se desarrolla en respuesta a este problema de que no hay viviendas por $10 millones?

Carmen: Claro. Y nosotros estamos pidiendo que la postulación colectiva no sea como antes. Queremos que sea diversa, que postule gente que postula con nosotros y otros que pueden optar a una vivienda más cara. Porque de esa manera nos aseguramos que haya un consultorio y todo lo que se necesita. Por eso proponemos proyectos inclusivos.

Gianninna: Para que haya accesibilidad y sea digno. Es que antes hacían construcción barrial para vulnerables y te tiraban para chuchunco city, donde no tenías nada. Solucionaste el tema de la casa, el techo, pero si te enfermas, ¿dónde vas? ¿Cómo te vas a tu trabajo si no tienes un auto? ¿Con quién dejas a los cabros chicos si no hay una sala cuna? ¿Cómo damos educación si no hay un colegio? Ahí fue donde empezaron a crearse guetos de pobreza, donde se llenó de delincuencia y drogadicción. Ante eso estamos luchando. Porque nosotros queremos dignidad para nuestras familias. Dignificar el tema del derecho a la casa. No porque paguemos lo justo que nos tiren al lado del puente donde no tenemos nada.

Carmen: Ese es nuestro caballito de batalla.

Marianela: Pero eso no lo hacen todas las constructoras.

Carmen: Trabajamos con constructoras que están comprometidas de alguna forma con una parte social. Entonces, ¿qué hacemos? Tomamos al socio, lo hacemos ahorrar, lo postulamos al subsidio, le conseguimos el subsidio y después le entregamos la casa. Eso lo hacemos gratis.

“La ley que establece que los dirigente sindicales o sociales no pueden ser candidatos. Entonces las personas de la primera línea, las que conocen la realidad de todos, están vetados para ser candidatos”, Marianela.

– ¿Cuánto tarda ese proceso?

Carmen: Dos años, más o menos.

Marianela: Hay otro tema. Las constructoras compran los terrenos en una cantidad irrisoria.

Carmen: Eso pasó con la política, ahí se une. Porque, si yo soy concejal o alcaldesa y tú eres de la constructora, nos juntamos a tomarnos un tecito, nos visitamos, si somos amigas. Entonces yo te cuento que vamos a cambiar el Plano Regulador y hay tantos y tantos terrenos.

Gianninna: Y tú vas y lo compras a $10 el metro cuadrado. Pero después, cuando el Plano Regulador ya está ok, el terreno que compré a $10 se lo voy a vender a $3.000 al Serviu.

Carmen: O la constructora le dice la Serviu, ‘voy a dejar este terreno con un X% para viviendas sociales, pero para que yo absorba vulnerabilidad, ustedes me tienen que poner la parte del Estado’.

Marianela: Nosotros sabemos que eso existe. Tenemos claro que el negociado parte desde el día uno. Y aquí todos juegan un rol.

Carmen: Todos, la municipalidad, la constructora, Serviu, el ministerio, porque aquí se dividen en varias ramas, y te pelotean de una a otra.

– ¿Y esto ustedes lo han vivido o lo han visto en gobiernos de derecha y también de la Nueva Mayoría?

Marianela: Siempre ha sido lo mismo.

Carmen: Está claro. Por eso te digo que aquí no hubo una voluntad política. Por eso es que este movimiento hoy no tiene conducción política. Podemos haber miles de personas que tenemos convicciones o somos parte de algo. Pero de verdad nadie se lo puede arrogar, porque ellos estiraron tanto el chicle, se acomodaron de tal forma… Porque solo les interesó lo que ellos podían ganar y no nosotros como clase. Eso está claro. Uy, me emociono con eso.

Marianela: Nosotros sabemos que muchos de los diputados y senadores que están ahora son parte de las constructoras. Sabemos que tienen un porcentaje, o son de los directorios de las constructoras. Entonces ¿qué piensas tú? Si hacen leyes a favor de las constructoras, ¿ellos no van a votar? Votan pues. Votan a favor de las constructoras. Votaron el último proyecto de integración social. Y votaron sin asco.

“Ahora, de alguna forma esto tiene que buscar un asidero de conducción, porque si no sería anarquismo puro. Pero no tenemos interlocutores válidos, no tenemos dirigencia social, no tenemos quién sea creíble”, Carmen.

– ¿Cuál es el problema con el proyecto de integración social?

Gianninna: Ese proyecto da la facilidad de entregar los terrenos fiscales a las constructoras.

Carmen: Todos los terrenos, hasta los que son del área patrimonial. Las constructoras se pueden meter en cualquier lado. Además, el proyecto está orientado hacia no hacer propietarios, sino a arrendar a precios más bajos. Es decir, la inmobiliaria que va a construir, te va a arrendar. Pero tu casa no es heredable para nadie.

Gianninna: Nunca va a ser tuya.

Carmen: Yo podría creer en un sistema así, si estuviéramos en Finlandia, donde el Estado es garante de tus derechos. Pero en un Estado que te ha estafado, que te ha aniquilado los sueños, que te ha quitado todo, ¿cómo voy a creer? Ese negocio sigue siendo para los dueños de las inmobiliarias. Porque van a estar agarrando plata de todos, todo el tiempo.

Marianela: En este Estado todos se acomodaron. Vendieron el agua, vendieron los terrenos, vendieron la salud, vendieron la educación, todos se han acomodado.

– ¿Te refieres a la clase política?

Carmen: Claro. El saqueo más grande de este país han sido ellos.

Marianela: Y el empresariado. Pero dime, ¿cómo es posible que ahora todos digan ‘no nos dimos cuenta’? Hemos estado más de diez años hablando de la desigualdad en este país.

NO TENEMOS INTERLOCUTORES VÁLIDOS

– ¿Por qué despertó Chile?

Gianina: Porque el abuso, el descaro, eran demasiado.

Carmen: Fueron los jóvenes. Yo tengo 54 años y desde los 12 he estado en lo mismo. Dándole, dándole, por aquí, por allá, que la marcha, que la olla, que no sé qué, que no sé cuánto. Pero hoy encuentro que tenemos un pueblo fantástico en la calle. Porque tú sales y te pones a gritar y llega la gente. En los 80 fue diferente, tenías los partidos organizados prometiendo todo para el pueblo, pero no teníamos esta masa. La masa tenía miedo. Pero hoy el pueblo es soberano. Ahora, de alguna forma esto tiene que buscar un asidero de conducción, porque si no sería anarquismo puro. Pero no tenemos interlocutores válidos, no tenemos dirigencia social, no tenemos quién sea creíble.

– ¿Cuáles serían los representantes legítimos?

Carmen: Para mí, mi agrupación es un interlocutor válido, porque representa a una cantidad de familias, hacemos un trabajo honesto, súper preocupado, de verdad para mí son importantes. Hay mucha gente trabajando en esto. El problema es que no estamos unidos. De pronto la gente puede pensar que quieres algo más, que te importa ir de candidata a algo.

Gianninna: Porque la misma sociedad piensa que uno no puede moverse por conciencia. Porque han roto y corrompido eso.

Marianela: Todos piensan que siempre puede haber una intención detrás, una doble intención.

– ¿Sus socias piensan eso?

Marianela: Claaaaro. De hecho en general nos dicen ‘pero por qué lo hacen, por qué tienen intención de hacerlo’. Entonces tú tienes que explicar desde la base, que mi necesidad se volvió necesidad colectiva. Nosotros lo vemos en nuestros propios comités, cuando dentro de una familia alguien queda sin trabajo. Queda el despelote, si las familias están pagando $250 mil de arriendo, con un sueldo mínimo de $288 mil. Entonces, la gente está pagando dos veces un sueldo para tener una casa ¿Y si se te enferma un hijo? ¿O alguien tiene una enfermedad catastrófica? Todas estas son cosas transversales que le pasan a nuestros socios, que vemos todos los días. Entonces nadie nos puede venir a contar el cuento de que eso no pasa, porque lo vemos.

EL ESTADO NO TIENE NADA PARA TI

– ¿Qué significó para ustedes el retorno de la democracia? ¿Cambiaron sus vidas o fue una promesa que no se cumplió?

Marianela: Hay que ser honestos, es cierto que la vida de las personas cambió. Ya no había represión. Pero muchos pensamos que las cosas cambiarían.

– ¿Qué mejoró en su vida?

Marianela: El tener, porque accediste a más tarjetas, consume, métete al banco, trabaja más.

Carmen: Dejamos de vivir en dictadura. Pero la carencia económica, el ahogo económico fue igual, brutal. Solamente por haber sido sobreviviente de una dictadura tuve la fuerza para continuar y terminar de educar tres hijos, comprar una casa y esas cosas.

– O sea la situación económica y de bienestar para ustedes no cambió…

Carmen: Cambió en cuanto a que hoy tengo una casa, y antes vivía en una mediagua. Pero por esa casa yo pagué tres casas, porque la saqué con crédito hipotecario. Y mi casa es de material sólido el primer piso y ligero el segundo piso, porque es una casa social igual. Entonces, aquí logramos reducir la brecha de pobreza material, pero tenemos una pobreza disfrazada. Porque una vez que rompes el círculo de la pobreza, el Estado no tiene nada para ti, nada. Yo trabajé 10, 12 años a honorarios. Sin previsión, sin salud, sin nada. Y así todas mis compañeras en Maipú. En esa municipalidad -que es casi una ciudad en Maipú-, 2.600 personas son a honorarios, 600 personas son de planta y 200 a contrata. O sea, ¿de qué estamos hablando? Yo siento que aquí hay una deuda de los partidos que permitieron todo esto. Y ahora resulta que después del estallido, todo lo que no se podía, se puede, fíjate. Hoy todos se pueden poner de acuerdo en bajar la jornada a 40 horas.

“Los políticos se han alejado tanto de la realidad de las personas comunes y corrientes. De repente escuchas a un alcalde, y claro, dicen que están conectados con la gente; pero conectados en nivel electoral”, Marianela.

– Hoy una mesa técnica discutiendo un proceso de cambio constitucional ¿Qué sistema quieren ustedes?

Carmen: Queremos una Asamblea Constituyente con votación popular. Nosotros queremos expresar lo que proponemos.

Gianninna: Que sea representativo del pueblo. Las leyes no pueden salir de cuatro paredes, de la conversación entre 4 ó 5 personas. Tenemos que dejar que la gente decida el camino que quiere seguir.

Carmen: Este es un país rico, de diferentes formas. Pero la riqueza la tienen algunos pocos. Es lo mismo que pasa con el agua. La gente que vive al lado de los esteros, de los ríos, con sus animales, no tiene acceso, porque el agua está cortada desde arriba, o la extraen por debajo.

– ¿Qué piensan sus socios de esto?

Carmen: Ellos entienden, sacan la voz, algunas dicen que les da un poco de miedo. Porque aquí se trabajó mucho la campaña del terror.

Marianela: Es que la dictadura dejó muchas marcas. La gran mayoría tiene los recuerdos de cuando los pacos entraban a las poblaciones y apaleaban y mataban. Y actuaban en ciertos sectores. Entraban a la casa de un vecino y se lo llevaban. Eso está todavía muy presente.

– ¿Y en las socias más jóvenes también?

Carmen: No, pero tienen sus madres, entonces te dicen ‘pucha, sabes que le tuve que dar a mi mamá una agüita de melisa porque mi mami llora, llora, llora, no quiere que salga’.

Marianela: Aquí nosotros vemos que la política es parte de nosotros, todos los días, pero también tenemos que entender que los políticos se han alejado tanto de la realidad de las personas comunes y corrientes, que se les olvidan sus reales necesidades. De repente escuchas hablar a un alcalde, y claro, dice que está conectado con la gente; pero conectado en nivel electoral. Porque cuando ellos necesitan ser reelegidos, todos se acuerdan de las poblaciones. Pero ¿qué pasa con ellos los otros cuatro años? Entonces la política es necesaria, pero hay una desconexión muy grande de la política con la vida de las personas.

Carmen: Una cosa dolorosa también es que no hay gente representativa que sea autodidacta, que haya salido de cuadros obreros, personas que tengan que pelear con el día a día.

Marianela: Es que aquí hay otro tema: la ley que establece que los dirigente sindicales o sociales no pueden ser candidatos. Están vetados. Entonces las personas de la primera línea, las que conocen la realidad de todos, están vetados para ser candidatos.

“Las leyes no pueden salir de cuatro paredes, de la conversación entre 4 ó 5 personas. Tenemos que dejar que la gente decida el camino que quiere seguir”, Giannina.

– ¿Por qué no hay banderas políticas en las marchas?

Carmen: Porque los partidos están desprestigiados, todos, todos. Los socialistas se acomodaron. La DC está donde calienta el sol. A los comunistas les sacan haber apoyado a la Bachelet y haber dejado libre albedrío con Lagos, que fue el que ‘vendió’ Chile. Así, todos los partidos tienen algo al debe.

– ¿Y el Frente Amplio?

Carmen: Para mí es un partido que no tiene pies ni cabeza. Son todos ex militantes de la jota, ex militantes del socialismo.

Gianninna: Es una mezcla de todo que no lleva a ningún lado.

Marianela: Ellos tienen un desorden interno entre sus militantes, que uno no sabe para dónde van.

– ¿O sea a ustedes nadie las representa?

Carmen: Mira, te voy a decir una cosa. Para mí, el partido menos corrupto es el PC.

Gianninna: Yo abrazo esa idea. No a las personas, pero creo que se puede hacer un cambio.

Marianela: Nosotros también, yo creo que ellos dentro de todo han tratado de mantener una línea similar.

– ¿Militan en el PC?

Carmen: Yo en este momento no tengo militancia, pero es donde militaría. Pero creo que hoy lo más importante es que la gente entienda que no puede haber una relación de patrón y trabajador con los partidos. Ellos son nuestros representantes. Nosotros los escogemos y tenemos que pedirles cuentas a ellos de cómo están haciendo y gestionando lo que nosotros les encargamos que hicieran. Y hoy día no se da. O si no, no tendríamos a la gente ganando lo que gana y aquí en Chile tenemos a seis de los hombres más ricos del mundo. Y ahora que nos hablan de que quieren hacer el proceso constituyente desde el Congreso. Perdóname, pero es querer darnos un coyak. Aquí hay que hacerlo desde la gente.

“Yo siento que aquí hay una deuda política de los partidos, porque lo permitieron. O sea, mira, todo lo que ayer no se podía, hoy día se puede fíjate. Hoy todos se pueden poner de acuerdo y sacan las 40 horas”, Carmen.

– ¿Entre sus socias hay votantes de Piñera?

Carmen: Siiiiii, hay de todo. Hay evangélicas, gente que se casa con la derecha, hay de todo.

Gianninna: Siiii, lo que pasa es que esa gente que votó por Piñera lo hizo también por el miedo del sustento económico.

Carmen: Pensaban que Piñera, por el hecho de ser empresario, iba a robar menos.

Marianela: ‘No, es que Piñera es empresario, para qué quiere más plata’, te decían.

– Y ellos también salen a marchar hoy, ¿por qué?

Marianela: Porque Piñera prometió tiempos mejores, ese era su slogan. Y la gente empieza a ver el nepotismo, que son todos familiares. Es que ahora toda la gente tiene celular, todo se sabe.

Carmen: Esto (muestra el celular) lo hemos criticado tanto, porque la gente va en las micros solo mirando el celular. Pero esto (el celular), las redes sociales, es donde sale todo. Aquí la gente se informa. Aquí se junta. Aquí se organiza.

Marianela: Yo leí un estudio que decía que hay tres teléfonos por cada familia en Chile. Esta ha sido una de las razones: aquí se sabe todo, la gente a la que se detiene, dónde, cuántos detenidos. Cosas que en los ’80 era imposible saber.

– ¿Ustedes están esperando que los partidos pidan perdón?

Marianela: No, yo creo que lo mínimo que uno podría esperar es que ellos asuman la responsabilidad moral, porque esto no es de ahora. Entonces no estamos hablando de que no supieran. Yo no puedo entender que estuviera Techo para Chile, la Fundación Teletón, y sigamos llenando de fundaciones, y el Estado no se haga cargo de nada.

MARIANELA ARANDA, PRIMERA DIRECTORA DE LA ORGANIZACIÓN

Marianela Aranda

“Yo soy técnica en enfermería. Tengo una hija que es universitaria. Estudia en el pedagógico pero está en paro. Está en el segundo año de universidad. No tengo más hijos. Yo soy de Cañada Norte, en Lo Prado. Siempre he trabajado en la población, en el tema de los allegados y en los otros temas en forma transversal. Yo soy allegada. Yo vivo con mi mamá. Son temas transversales que a todos nos afectan. Mi mamá tiene 78 años. Le costó operarse de sus caderas. Está discapacitada en un 70%, más o menos. Yo vivo con ella y con mi hija”

GINANNINNA, PRESIDENTA DE LA ORGANIZACIÓN

Gianninna Jara

“Tengo 29 años. Soy emprendedora: hago alforjas y también hago asesorías de recursos humanos a veces. Estudié administración en recursos humanos en la USACH. Salí en 2012 y sigo endeudada, con la universidad y el fondo solidario. Estudié cinco años. Pagué $1 millón para ponerme al día un poco, pero me quedan en la universidad cerca de $5 millones y por fondo solidario deben ser unos veintitantos millones. Tengo dos hijos. Pareja frustrada, fallida. Yo me emparejé joven. Tenía como 17 años cuando empecé con el papá de mis hijos. Mi hija tiene 7 y el otro fue una apuesta de volver a armar la situación. Tiene 8 meses”.

– ¿Y no se armó la situación?

Noooo.

– ¿Vives allegada?

Sí, en la casa de mis papás, en Maipú. Así es que ahí tenemos un cuarto donde estamos los tres.

CARMEN SAAVEDRA, ASESORA DE LA ORGANIZACIÓN

Carmen Saavedra

“Tengo 54 años. Mi condición es totalmente diferente a las chiquillas. Al principio yo era la presidenta acá y todo, pero yo tengo casa, tengo la vida resuelta en ese aspecto. Mis hijos están todos criados. Tengo tres. Uno me queda con una pata adentro y otra afuera, pues está en el último año de universidad. Él está estudiando educación física. Tengo otro hijo que es sociólogo y mi hija mayor que es sicóloga”.

– ¿Tienen trabajo sus hijos?

A mi hijo, el que es sociólogo, le ha ido bastante bien. Se especializó en un área comunitaria pero le ha ido muy bien en todo lo que es trabajo de encuestas, intencionalidad de voto. Estudió en la Academia de Humanismo Cristiano y está endeudado. Estuvo tres meses cesante y el banco le cobró de una todo lo que debía y tuvo que ir a negociar cuando encontró pega.

– ¿Y tu hija?

Mi hija está en la casa. Tiene un cáncer endocrino y ha sido operada siete veces -dos de la médula espinal-, y eso la ha dejado en silla de ruedas. La han operado del cerebro, de la tiroides. No le sirven ni la quimio ni la radio. Entonces hay que operarla. Pero ahí, echándole para adelante.

– ¿Estudiaste algo luego de terminar el liceo?

No, yo soy autodidacta. Terminé mi liceo, hice un curso técnico que tenía que ver con el área social. Fui dirigente estudiantil. Fui dirigente de las ollas comunas. Siempre me ha gustado esto. Y después, cuando ingresé a estudiar al municipio, trabajé en la Dideco, que es el área social del municipio. Y estaba a cargo del área de mujeres de una oficina. Entré con Alberto Undurraga en Maipú, y fueron cambiando y fui sobreviviendo a todos ellos. Hasta Cathy Barriga. Entonces, hice como una expertise de esta pega, del área social, el servicio público. Me gusta mucho. Yo le digo a las chiquillas que todavía estoy aquí porque me emociona entregar una casa.

Fuente: Ciper Chile

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